Este 2 de febrero finaliza una nueva versión de las Semanas Musicales de Frutillar, tal vez uno de los encuentros de música docta más prestigiosos de Sudamérica, donde el gran lago Llanquihue y las melodías envuelven de sentimiento a quienes llegan a escuchar sus conciertos.
No todos lo saben –y siempre es bueno recordarlo- que Frutillar tiene este evento, gracias al trabajo de una reconocida música osornina, Flora Inostroza García.
El empuje apasionado de esta osornina, más el respaldo de su esposo Marcelo Lopetegui, hicieron posible que el evento de música clásica iniciará sus actividades en 1968 en Frutillar, siendo un éxito y acercando este tipo de obras a la gente que no necesariamente tenía enseñanza musical.
Diario de Osorno quiso hacerle justicia a esta mujer y al festival musical y para ello hay que contar la historia desde el inicio, o sea, desde Osorno.
Flora Inostroza nació en Osorno el 26 de julio de 1930 y sus padres eran Alba García y Humberto Inostroza, éste último juez del Juzgado de Letras de Osorno por aquellos años.
Desde la cuna creció escuchando música, pues su padres eran amantes de los grandes compositores europeos.
A los 6 años empezó a estudiar en el Conservatorio de Música Carolina Klagges de Osorno, impulsada por su madre. Este conservatoria ya tenía fama en la ciudad y a lo largo de los años ha formado a destacados músicos osorninos de la escena clásica.
Flora estudió en el Instituto Alemán de Osorno y egresó de humanidades del Liceo de Niñas. A fines de la década de los cincuenta contrae matrimonio con el también músico Marcelo Lopetegui.
En 1953 creó su propio conservatorio de música, el que dirigió hasta 1963.
A principios de los sesenta Flora Inostroza y su esposo se integran a la Orquesta Filarmónica de Osorno, ella como violoncellista y Lopetegui como violinista.
En el sur era común realizar encuentros corales con artistas regionales para crear orquestas.
Inquieta por aprender más de la música, entre 1962 y 1969 cursó varias especialidades en diferentes áreas musicales en Chile y en el extranjero, destacando los estudios de violoncello con profesorado chileno, alemán y ruso.
En 1962 se inició como profesora de música del Instituto Alemán de Osorno, actividad que realizó hasta 1980
Justamente en la década de los sesenta al matrimonio Lopetegui Inostroza se le presentó la oportunidad de comprar un apartamento frente al Lago Llanquihue, en Frutillar.
Pronto esa propiedad y la comunidad frutillarina comenzó a conquistarlos, se implicaron con sus vecinos y decidieron dejar su natal Osorno para trasladarse a la ciudad lacustre.
Flora y Marcelo se enamoraron de Frutillar y su amor de esposos y por la música los movió a crear un coro.
Frutillar ya tenía un ambiente cercano a la música clásica desde fines del siglo XIX, gracias a la influencia alemana y al profesor Jacob Junginger que en 1894 había creado el coro mixto Liederkranz y posteriormente en 1904 el coro Männercor, constituido por varones aficionados a la música.
Flora y Marcelo trabajaron minuciosamente su coro e integraron a más gente de la zona, pero sintieron que tenían que probarse y para ello tenían que actuar ante un público.
La primera función fue en el Colegio Alemán de Frutillar y fue tal el éxito que todos los veranos empezaron a organizar un encuentro que denominaron festival de música del lago Llanquihue.
En el verano de 1968 se realizó un modesto camping musical que llevó Arturo Junge a Frutillar y para su buen funcionamiento se creó un comité organizador al que se integró Flora y Marcelo.
El camping permitió la presencia de músicos e integrantes de coros que ensayaban obras para presentarlas a la comunidad. Fue así que en aquel verano de 1968 parte lo que hoy se conoce como las Semanas Musicales de Frutillar.
Ya en 1979 creó la Corporación Cultural "Semanas Musicales", organización de la cual fue presidenta hasta el día de su muerte.
En los años setenta e incluso en los años ochenta, las Semanas Musicales de Frutillar comenzaron a ser reconocidos fuera de las fronteras de Chile e incluso algunos de sus conciertos fueron transmitidos por la televisión abierta de la época, todo un logro para un festival creado y organizado en el sur del país.
En 1982 el encuentro se afianza, pese a los modestos escenarios que se utilizaban, salvo la parroquia de Frutillar que era el lugar preferido para las orquestas que se presentaban.
En ese año se suman a la organización la Universidad de Chile y la Fuerza Aérea de Chile con la presencia de la Orquesta Sinfónica de Chile y Banda Sinfónica de la FACh.
Al inicio y al final de los conciertos Flora Inostroza iba a la entrada y recibía o despedía a todo el público, desde capitán a paje, con una cordial sonrisa que encantaba a todos y todas, como diciendo “¡Nos vemos en el concierto de mañana!”. Y el público volvía al otro día a disfrutar de la música.
Con el despegue del festival, Flora Inostroza empezó en 1988 a motivar en la idea de construir el Teatro del Lago.
En 1996 se quema el Hotel Frutillar, uno de los principales recintos que se usaban para las “Semanas”.
En 1998 se inicia la construcción del Teatro del Lago, gracias a la iniciativa del empresario Guillermo Schiess y que fue inaugurado en 2010.
A partir del siglo XXI el trabajo de Flora Inostroza por las Semanas Musicales comienza a ser reconocido a todo nivel.
En el 2000 Flora Inostroza recibe el Premio “Ernesto Pinto Lagarrigue”, otorgado por los “Amigos del Arte” de Santiago, por su gestión cultural y en 2001 recibe dos premios, la distinción como “Mujer Destacada de la X Región” por la Intendencia Regional y la Municipalidad de Frutillar la declara “Personaje Destacado de Frutillar”.
En 2004, la Universidad de Los Lagos la distingue por su gestión cultural en la Región de Los Lagos y en 2006 el diario El Mercurio de Santiago la selecciona entre las Cien mujeres más destacadas de Chile.
En 2008 recibe el reconocimiento público de la Corporación Cultural “Semanas Musicales de Frutillar” en su condición de socia fundadora y por su trayectoria de 40 años en la institución y en 2009 el municipio osornino la declara “Hija Ilustre de Osorno”.
En 2013 le llega una mala noticia, padece cáncer de páncreas, pero eso no la desmotivó en su trabajo.
En 2016 su enfermedad la va minando en su inagotable carácter, pero ni aun así dejó de pensar en las 48° Semanas Musicales, pues preparó el discurso inaugural de la temporada que, en su ausencia, fue leído en el concierto inaugural por el vicepresidente de la Corporación y alcalde de Frutillar Ramón Espinoza.
Flora Inostroza falleció un 12 de febrero de 2016, pero dejó un legado artístico imposible de olvidar y que perdura hasta la actualidad.
En 2019, en Osorno, se levantó un busto en homenaje póstumo a la destacada osornina, obra que rescata su contagiosa y cordial sonrisa y su amor por la música de cámara.
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