Historias DiarioSur
Por Pablo Santiesteban , 5 de febrero de 2022

Mancera, más que una simple isla de la bahía de Corral

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Parte del castillo San Pedro de Alcántara de la isla de Mancera. (Foto de contexto).
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[#HistoriasDiarioSur] La pequeña porción de tierra varias veces salvó del desastre a los valdivianos en el pasado, entérese por qué y de otras curiosidades culturales.

La isla de Mancera es otro lugar costero digno de visitar y que reúne mucha historia que se relaciona con Valdivia. Tal como ocurrió con Niebla, después de los años sesenta del siglo XX muchos valdivianos adquirieron terrenos en ella y levantaron segundas viviendas para el disfrute de vacaciones de verano o buscar una escapada y tranquilidad en las otras estaciones.

Cuando los españoles llegaron a la bahía de Corral vieron esta isla que los huilliches lafkenches denominaban Güiguacabín y, según Jerónimo de Alderete, que iba en la expedición del marino Juan Bautista Pastene, divisaron un río grande llamado Collecu (el Tornagaleones) “donde tenía su casa y adoratorio el cacique Leochengo", que era la máxima autoridad en aquellos años.

La isla posteriormente fue conocida como la isla de Constantino, llamada así por Constantino Pérez, uno de los encomenderos valdivianos que la habría adquirido.

Mancera fue esencial dentro del sistema de fortificaciones de la costa valdiviana que comenzó a levantarse en 1645 con la llegada de la expedición del marqués de Mancera Antonio Sebastián de Toledo. La isla adoptó finalmente el nombre en homenaje al Virrey de Perú, padre de Sebastián e Toledo.

Los repobladores se quedaron a vivir en la isla y recién en 1651, tras hacer pactos con los indígenas, el gobernador Antonio de Acuña consideró repoblar Valdivia.

Según las investigaciones históricas del padre Gabriel Guarda, originalmente en la isla, ubicada en medio de la bahía de Corral, había tres fortificaciones donde la principal era el castillo de San Pedro de Alcántara, fundado en 1645 y que poseía 7 cañones, después estaba el castillo de San Francisco de Baides en el extremo suroriente y que defendía la entrada al río Tornagaleones, pero que fue desmantelado en 1748. Sobre el cerro de la isla estaba la batería de Alto Mancera que existía desde 1758 con ocho cañones, pero que también fue desmantelada.

Actualmente es el castillo de San Pedro de Alcántara el único que aún existe y que es visitado por los turistas que llegan a la isla.

UN REFUGIO

Mancera también fue un refugio para los valdivianos en la época de la colonia. De acuerdo al padre Gabriel Guarda en su libro “Historia de Valdivia” y corroborado por Isabel Montt en “Breve Historia de Valdivia” en enero de 1682 ocurrió un gran incendio y la ciudad sufrió graves daños por este siniestro por lo que se propuso trasladar a la población de la ciudad a la isla Mancera. 

Como resultado del traslado parcial de los valdivianos a la isla, en el siglo XVIII Mancera logró durante un tiempo un repunte de población y el establecimiento de numerosas edificaciones de ladrillo y madera.

Posteriormente, entre 1720 y 1721 se volvió a proponer el traslado de Valdivia a la isla para protegerla contra un posible ataque británico cuando España y Gran Bretaña estaban en guerra, pero además porque se produjo un naufragio del navío que traía anualmente desde Lima el Real Situado, hecho que provocó hambrunas debido a la infertilidad de la tierra que en ese tiempo no dio frutos, provocando un gran desabastecimiento en la ciudad, todo eso sumado a nuevos ataques de los indígenas.

Mancera ofrecía seguridad, más aún cuando estaba en medio de la bahía y cualquier barco que osara atacar la ciudad iba a ser recibido por balas de cañón de los distintos castillos y baterías. 

Posteriormente en 1736 se manifestó una peste en la ciudad y nuevamente parte de la población fue trasladada a la isla, mientras que los enfermos y moribundos se quedaron en la ciudad. Cuando la peste se disipó los valdivianos regresaron a la ciudad. Al año siguiente, en 1737, ocurrió un terremoto y varios valdivianos volvieron a buscar refugio en la isla.}

En 1742 ocurrió el llamado “incendio universal” de Valdivia. En 1758 el nuevo gobernador Manuel de Amat hizo trasladar a población de Valdivia a la isla de Mancera. Esta migración "no estudiada", puso a la población merced a las enfermedades y de los incendios por la cercanía del polvorín.

La formación de la Junta Real de Fortificaciones en 1768 marcó el inicio de una nueva repoblación de Valdivia.

La guarnición de los fuertes la constituían muchos soldados que tenían sus familias, y tanto en Corral como en Mancera, se fueron formando pequeños poblados. En Corral se estableció así una escuela y en Mancera el Convento de San Francisco (1767).

La disminución de la importancia de la Isla de Mancera en el sistema de fuertes significó que para 1820 albergaba solo una pequeña guarnición y una batería de seis cañones. Cuando Lord Cochrane y Beauchef tomaron el castillo de Corral tanto la guarnición del castillo de Niebla como la de Mancera abandonaron sus posiciones sin pelear, pues era tanta la confusión que pensaron que los patriotas eran un gran ejército invasor cuando apenas eran 318 soldados, eso sin considerar que la O’Higgins, el barco más poderoso de la naciente Armada chilena, estaba averiado y lo mostraron sólo para provocar más pánico entre las fuerzas realistas, aunque el grueso de la batalla se lo llevó la Moctezuma. Sorpresa, rapidez y audacia fue la táctica que le dio sus frutos a Cochrane y sus hombres.

LA CANDELARIA

La imagen de la Virgen de la Candelaria es otra muestra del patrimonio que posee la isla. Se cree que la imagen, que aún está en la capilla de la isla que está frente al fuerte, data de 1645 cuando llegó la expedición repobladora de Valdivia. Las razones para creer esto es la construcción de la imagen, hecha de madera policromada, el mismo estilo que usaban los artistas religiosos peruanos.

Según los registros de vecinos de Amargos, la imagen fue obsequiada al poblador Gregorio Risco por Felicinda Rodas, vecina de Valdivia, en 1907 y en 1910 se inició la construcción de la actual capilla. Fueron los vecinos Juan Felipe Bravo, Abelino Marcos, Elso Vivanco, Gregorio Risco, Epitacio Bórquez, Godofredo Bórquez y Andrónico Risco los que levantaron el templo, todos ellos dirigidos por el padre Ignacio Valenzuela Vio, párroco de Corral.

En 1929 se constituye en la isla la Sociedad de la Candelaria, dedicada a la mantención de la capilla y a la organización de la Fiesta de la Virgen la Candelaria, que se desarrolla en el mes de febrero de cada año con una novena y una procesión el 2 de febrero en la isla.

ISLA MUSICAL

Otro elemento que llena de vida a la isla son los Campamentos Musicales Marqués de Mancera que se realizan en la costa valdiviana y cuyo eje es la isla. 

El Campamento Musical se realizó por primera vez en 1994, a cargo de su creador y docente del Conservatorio UACh Pablo Matamala, quien hasta la fecha se mantiene como coordinador general y responsable del evento. 

Los inicios de este tradicional campamento se relacionan con la inquietud de Teodoro Kausel de realizar un claustro musical, aislado de la ciudad, para concentrarse sólo en la reflexión musical y generación de espacios de capacitación para niños, niñas y jóvenes en el área de la creación artística. El incremento de esta iniciativa hizo que en 2002 el eje de acción se trasladara a Niebla, pero sin olvidar a Mancera en las actividades con la comunidad.

La isla, de 1.200 metros de largo por 550 en su parte más ancha, y una altura de unos 40 metros sobre el nivel del mar, posee cerca de 70 casas. Sus habitantes permanentes de dedican a la pesca o al trabajo forestal en fundos cercanos, aunque conscientes del fuerte pasado histórico que guardan en medio de la bahía de Corral.

La capilla de Mancera empezó a construirse en 1910.

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